Panamá
La historia del merengue Kulikitaka, nacido de una improvisación en tarima, que se convirtió en un himno tropical que aún hace vibrar pistas de baile y redes sociales.
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Por: Equipo de redacción
No todas las canciones nacen de sesiones de estudio ni de inspiraciones profundas. Algunas surgen del caos, del instinto, o incluso de un error técnico. Así nació Kulikitaka, uno de los merengues más virales, bailables y recordados.
Durante una presentación en vivo, el tecladista de la banda se desfasó del ritmo de los demás músicos. El momento generó confusión. Fue entonces cuando el cantante, sin perder la compostura, gritó:
"¡Está cruzado, está cruzado!"
Esa frase, tan popular en los ensayos y toques en vivo, hace referencia a un error clásico: cuando un instrumento está fuera de tiempo, desfasado del compás que llevan los demás. En lugar de interrumpir el show o corregir con gestos, el vocalista convirtió ese caos en espectáculo.
Y justo después de ese grito, llegó la frase que lo cambió todo:
“Kulikitaka ti, kulikitaka ta, kulikitaka ti ta.”
No tenía sentido. No tenía letra. No tenía historia. Pero tenía ritmo. Y eso bastó.
Aquel momento fue tan potente que se decidió convertir en canción. Se grabó como un merengue rápido, potente y sin pretensiones, con esa frase pegajosa al centro. Lo que comenzó como improvisación se convirtió en un himno tropical.
Kulikitaka no contaba con una letra estructurada ni buscaba generar emociones profundas. Su fuerza radicaba en lo simple: una base rítmica contagiosa, una vocalización que funcionaba como instrumento, y una energía que atrapaba desde los primeros segundos.
Se volvió imprescindible en fiestas, eventos sociales, emisoras tropicales y celebraciones populares. Su éxito fue tan inesperado como masivo.
Décadas después, Kulikitaka volvió con más fuerza gracias a las redes sociales. Se volvió tendencia en plataformas como TikTok, donde se usó en retos de baile, videos cómicos y remixes modernos.
Bailarines profesionales, creadores de contenido y hasta mascotas aparecieron bailando al ritmo del merengue más viral de su generación. En todos los formatos, el público respondía con lo mismo: alegría, nostalgia y ganas de moverse.
El éxito de Kulikitaka demuestra que en la música tropical no todo debe ser planeado. A veces, lo que nace del error tiene más potencia que lo premeditado.
Gritos como “¡Está cruzado!” o frases sin sentido pueden volverse parte de la cultura popular si logran conectar con el momento.
Es también una lección para músicos y creadores: hay que estar listos para improvisar, para leer al público, y para convertir los errores en ritmo.
Hoy, Kulikitaka sigue siendo parte de las listas de reproducción tropicales. Su coro se canta sin saber bien qué significa, pero con la certeza de que invita a moverse.
Es el ejemplo perfecto de cómo el ritmo puede trascender el lenguaje.
De cómo una tarima, una equivocación y una buena actitud pueden generar un clásico.